Datos personales

jueves, 19 de septiembre de 2013

Un minuto de silencio

Ayer fui al estadio. Hacía un año que no iba.
Han puesto videomarcadores nuevos y han pintado las gradas con el escudo del equipo. Además, las bancadas de piedra que antes se extendían por todo lo que no fuera la tribuna principal han sido sustituidas por butacas individuales. Tampoco el palco de autoridades era igual. Lo han ampliado, y le han puesto un pequeño foso alrededor para separarlo del resto de los aficionados.
Y el césped. El césped está mucho mejor, adónde vamos a parar. Ya no hay las calvas de antes y, por lo visto, filtra el agua mucho mejor, ya no se encharca ni nada.
Se había muerto el padre de un defensa y una voz por megafonía nos pidió que nos pusiéramos de pie y guardásemos un minuto de silencio. Es una fórmula muy trillada, la verdad. Pero a mí me gusta el silencio así que fui de los primeros en ponerme de pie.
Todos nos pusimos de pie, los locos, los cuerdos, las putas, los políticos, el que vende los bocadillos, los de traje y corbata, los descamisados, los becados, los pijos, los que cotizan, los que no cotizan, los que van a misa, los que no, los que beben Coca-Cola, los que beben Pepsi, las que lavan más blanco, los que se han ido de vacaciones este verano y los que hace cinco años que no se van. Allí todo el mundo se levantó como si alguien fuese a bombardear el estadio si no lo hiciésemos.
A mi alrededor no había más que cabezas bajas mirando al hormigón, con las manos atrás, y en los videomarcadores aparecían las caras compungidas de los jugadores, con sus pechos de acero y sus bíceps de gladiador, digo yo que pensando en la vida, en la muerte, de dónde venimos, a dónde vamos, qué hacemos aquí, por qué se tuvo que morir ese hombre, si nos estaría mirando desde el cielo, porque seguro que está allí. La cámara se detuvo en el defensa huérfano, se oyó algún aplauso aislado. Empezó a llover levemente, como si llorase el cielo y las nubes dejaron paso a la luna creciente mientras una bandada de pájaros sobrevolaba el campo.
Entonces el locutor interrumpió con un "gracias a todos". El árbitro pitó y todos volvimos a nuestro rollo.