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lunes, 6 de mayo de 2013

RENUNCIA


Está delante del espejo, contemplándose, sin mirarse a los ojos. Rastrea el pelo con las manos. Juega con él, arriba y abajo, dócil, sin apenas resistencia. Sus dedos se deslizan suavemente hasta tocar la piel, aún la siente temblar.
Le cuesta respirar. No encuentra el ritmo. Se para. Empieza otra vez. Uno, dos. Ahora mejor.
Nota como su cuerpo se esponja y le resbala por la camiseta, también por la falda a medio caer. Siente una                    náusea.Aguanta.
Coge la maquinilla. Se agarra la cabeza. El zumbido eléctrico de un  millón de abejas le arrasa los oídos. Se inclina a un lado. Baja la mirada, al lavabo. Y ve cómo se posan, destrozados, sus retazos, los pétalos ajados de una rosa muerta.
Está delante del espejo, contemplándose, mirándose a los ojos.
No tiembla.
Ya no la tocarán más.

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