Datos personales

domingo, 23 de junio de 2013

Sospecho de mí

A veces pasan horas y horas y no veo nada. Es como cuarenta días y cuarenta noches en el desierto. Y me pregunto si valgo para esto, si no soy otra farsa más, otra gota en la lluvia, una hoja caída en cualquier otoño.
Me dan ganas de morirme de un ataque de mocos. Pero nunca pasa. Eso es el purgatorio. Lo repito porque hay quien dice que me parezco a Carver y no quisiera despistar a media audiencia. Repito, el purgatorio es querer morirse, a ser posible de un ataque de mocos, y pasan las horas y no te mueres. Eso es el purgatorio. Dante no tenía ni idea, nunca la tuvo, a él siempre se le ocurría algo. Es desesperante.

Cojo una libreta para anotar el más mínimo cambio. Me bebo un litro de amoniaco. Sigo sin mostrar síntomas. Todas las constantes vitales permanecen sobrias. Si al menos tuviese una convulsión, no sé, ganas de pegarme un tiro o algo.

Me doy una vuelta por Internet a ver quién hay. No veo más que millones de blogs, revistas literarias a tutiplén, trillones de editoriales (hasta las hay dispuestas a que publiques lo que te salga del chirli siempre que pagues tú), la gilipollez se ha democratizado, el purgatorio se ha llenado de estiércol.

Y yo voy y me abro una página en Facebook,  a ver si se me abren las venas. Y allí estamos todos, atrapados como moscas en esa gran tela de araña, globalizados, guapos, con las mejores fotos. Pon tu peli favorita, y tu serie, y tu música, y tus libros (aunque no los hayas leído), y tus vacaciones en Italia, y en Mallorca, y en Tenerife, y en Pamplona, y en Getafe, y en Gandía; y cuando eras pequeño, ahí, con el cubo y la pala, cuando no te importaba enseñar el pajarito, y tu fecha de nacimiento, y dónde vives, y en qué colegio te hiciste cómplice de todo esto, y el bar donde la conociste. Marta.
Y pon en qué estás pensando ahora, y venga vamos tío qué haces ahí parado que no firmas contra alguna guerra de ésas de por ahí a tomar por culo, vamos hombre que ahora sólo es un click. Vamos dale, es sólo un click. ¿Lo ves? Ya está. Tranquilo ya pasó. Era sólo un click. Bienvenido, escribe tu email y contraseña.

Pero dónde coño he metido el amoniaco.



No hay comentarios:

Publicar un comentario