¿Lo
has hecho alguna vez? Mirarte en el espejo. Durante mucho, mucho tiempo. No por
la noche, con velas ni susurrando una cantinela de película de miedo, no; a
plena luz del día, mientras te cepillas los dientes o te las lavas la piel. Delante
del espejo, te observas. Y ves que algo no va bien. Dejas de frotar, cortas el
agua, apagas la radio. Escrutas, en silencio. Tú solo, contigo, en el espejo.
Aguanta la mirada, atrévete, aguanta la mirada.
Da
miedo, ¿a que sí?
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