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sábado, 27 de abril de 2013

FOTOGRAFIADO


Madre no hay más que una. A veces ninguna. Yo no tengo. Murió en el parto. Yo salí a la luz y ella dejó de verla. No avisé. Estábamos solos en casa. Ella leyendo Yo, no sé. Faltaban siete días para salir de cuentas. Mi padre daba un simposio en la universidad a alumnos de segundo:”Técnicas de reanimación cardiovascular”, cuando llegó al hospital todo había terminado. Mi hermano estaba en el colegio. Me saca nueve años, ya sabía cosas. Yo sólo sabía llorar.
No tengo fotos con mi madre. No hubo tiempo. Apenas coincidimos unos minutos. Los que tardó la hemorragia en llevársela. Sus fotos están en el fondo del armario. Las hay mate y con brillo. De diez por quince. Por detrás fecha y lugar, y de fondo, como una marca de agua, el nombre de la empresa que revela. Mi madre el día de su boda vistiéndose en casa de la abuela; mi madre con mi padre en los Alpes durante la luna de miel; mi madre en París con mi padre y un matrimonio amigo; mi madre con mi padre y mi hermano el día de su bautizo, mi madre con mi padre y mi hermano un día de Halloween (los tres van de vampiros, el de mi padre especialmente logrado), hay más días de Halloween; mi madre con mi padre y mi hermano el día que mi hermano aprendió a nadar (lo pone por detrás); mi madre con mi padre y mi hermano el día en que mi hermano debutaba en una obra de teatro en el colegio; mi madre con mi padre y mi hermano en Disneylandia (tienen en la cara la sonrisa espontánea de la felicidad).
Hay cientos de fotos. Están agrupadas por sobres. Cada sobre de un año. Uno es más delgado; el padre Benjamín me echa el agua por encima mientras mi tío Manuel me sujeta en brazos. Es la primera. Yo en mi bautizo. Yo a gatas. Yo con mi osito Teddy. Yo en los columpios. Yo con mi padre y mi hermano en Nochebuena (sólo yo digo patata). Parecía una niña, tan rubio.
Si salgo yo, no sale mi madre. Si sale mi madre, no salgo yo.
No me gustan las fotos. Nunca me gustaron. Casi no me hago. A veces hay compromisos y no queda más remedio. Siempre hay alguien que quiere hacer una foto. No sé por qué demonios. Se creen muy guapos, o pensarán que se van a morir al día siguiente, no lo sé. Cuando alguien propone hacer una foto cojo la cámara enseguida y les digo que griten patata. Pero siempre hay alguien que se empeña y dice “ahora ponte tú”.
La cámara que tenemos todavía es analógica. Lo que quiero decir es que es de las de antes, que no es digital. Lo de analógica queda muy bonito, pero nada más. Mi padre es muy cerrado. No le gustan las cosas nuevas. Desconfía de ellas. Las mira como si fuesen algas gigantes a punto de comerlo. Ni siquiera tenemos microondas. Sólo tiene el móvil del trabajo. Cuelga y descuelga. No le mandes un mensaje que no lo va a leer. Su único correo electrónico es el del trabajo. Volviendo a las fotos: aún conserva una Polaroid. Ahí la tenemos, de adorno, en el salón. Parece un atrezzo de una peli de los años 50.
Nina dice que las fotos se hacen para no olvidar. Dice que cuando seamos mayores nos gustará recordar lo que hicimos de pequeños, que recordar es volver a vivir. Yo no lo creo. Creo que los recuerdos no son más que pura ficción porque nada ni nadie está a la altura de sus recuerdos. Quiero decir que las cosas nunca ocurrieron como las recordamos. Sobre todo los chicos. Hablo de los chicos. Lo que les pasa a las chicas por la cabeza es otra historia. Dice Nina que su primer recuerdo es de cuando tenía tres años. Yo le digo que eso no es posible pero ella sabe que sí porque estaba en párvulos y la profesora Mari Paz le preguntó cuántos años tenía y ella dijo claramente “tes”, enseñándole la mano con tres dedos abiertos.
Tengo una memoria muy inteligente, sólo recuerdo las cosas importantes, las cosas que hay que retener, y olvido todas las demás no importa cuándo ni cómo hayan ocurrido. Por ejemplo, no tengo ni idea de lo que he comido hoy pero recuerdo que anoche bajé con cuidado la taza del váter después de mear, y había meado por dentro, sin echar una sola gota fuera. A eso me refiero. Sólo recuerdo las cosas significativas, las cosas que te marcan,  las que definen quién eres y cómo estás en el mundo.

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